La situación para Bolívar es preocupante desde el punto de vista hídrico. Hoy se vive una situación que era previsible, cuando Laguna Alsina, el lugar más alto de la Cuenca Salado-Vallimanca-Encadenadas del Oeste, desbordó. Allí se encendió el alerta naranja y por ende creció exponencialmente la preocupación en Guaminí y Carhué. Preocupación legítima por cierto.
Enseguida, se reunió el Comité Regional C de la Cuenca Hídrica del Río Salado, evaluó algunas medidas y propuso una nueva reunión que se realizó en Puán con las más altos funcionarios de la ahora llamada Autoridad del Agua bonaerense.
Al organismo, lo integran Guaminí, Adolfo Alsina, Daireaux, Púan, Saavedra, Coronel Suárez, Bolívar, Laprida, Gral Lamadrid, Coronel Pringles y Salliqueló.
En sendos cónclaves, Bolívar, no participó.
Y se interpreta que con su ausencia perdió la posibilidad de negociar y argumentar su posición frente a la problemática.
En rigor de verdad, el flagelo, pasó desapercibido no sólo para el gobierno municipal, sino para las entidades intermedias del partido.
La coyuntura es preocupante porque presenta situaciones muy similares a las de 1985, el trágico e histórico año en que se produjeron las últimas grandes inundaciones.
Esas situaciones son básicamente tres; hoy coexisten y por lo tanto reflejan la gravedad que puede transformar el alerta naranja en alerta roja para la zona.
1-Aumento de caudal y desborde del Vallimanca
2-Ingreso de agua desde Hipólito Irigoyen que ya es visible en la rotonda que une las rutas 65y 226.
3- Aumento de nivel de la “Cabeza del Buey” y llegada al cementerio.
A este panorama, puede agregársele que el acuífero subterráneo que corre de oeste a este y de sur a norte, procedente del Río V, en dirección oblícua al Vallimanca, provocó el afloramiento de las napas freáticas y la saturación de los suelos.
Diagnóstico y monitoreo: los puntos clave
Es esencial dada la gravedad de la hora, medir urgentemente la cantidad de agua que lleva la corriente del Vallimanca en una unidad de tiempo. Es decir, su aforamiento, sobre todo a la altura del puente de la Ruta 226 y hacerlo de modo semanal por el tiempo que sea necesario.
En segundo término, observar el acceso a Vallimanca tanto por ruta o camino real, a efectos de establecer si el agua supera la calle. Si esto sucede la ciudad de Bolívar estará en serios problemas.
Una propuesta a tener en cuenta
Ante esta fotografía ciertamente alarmante, la acción preventiva debería consistir en:
-Levantar 80cm los cinco caminos rurales perpendiculares a la Ruta 226; reducir los milímetros por segundo de la velocidad del agua y tornarla manejable ante un eventual acercamiento a la zona de Villa Diamante.
-Limpiar inaplazablemente el canal de Villa Diamante hacia canal A y realizar vuelos de observación sobre puntos estratégicos, tales como el puente que se ubica sobre el camino que une Urdampilleta y Recalde; las compuertas del Conde; la alcantarilla inundable situada en el camino a Pirovano-Arboledas, a la altura de San Agustín; la salida de la Laguna El Juancho y el canal aliviador de Laguna Alsina; el Arroyo El Huáscar e ingreso a El Juancho aguas arriba; y el cruce del El Huáscar con el canal Ameghino hasta el partidor Pyñeiro.
En esa zona, aparece el Arroyo Sauce Corto con una enorme pendiente con naciente en El Huáscar que tiene un taponamiento que hace derivar aguas hacia Bolívar.
Ahí está el punto crítico, pues esa gran pendiente se hace indomable. Nadie puede suponer que pasaría si llueven unos 100mm en la zona de las sierras.
Cuatro millones de hectáreas productivas y tres ciudades, Guaminí; Carhué y Bolívar, pasarían una agobiante primavera.
Por Hugo Moran
Fuente: Infobis
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